ENTRENA TU CEREBRO PARA LA FELICIDAD
Mirar a la cara de la gente siempre fue una experiencia emotiva nutritiva y, en cierto sentido, mágica.
Así que, mira a la cara, cáptala. Entendiendo por esto atrapar la expresión de los otros, incluyendo ese sentido del ser que hay detrás de los ojos que están teniendo experiencias pasajeras mientras acumulan sus impactos.
Con toda seguridad encontrarás en esto una poderosa y positiva práctica.
¿Qué
te dicen sus caras? ¿Por qué has de practicar esto?
A medida que nuestros ancestros fueron evolucionando a lo largo de millones de años en pequeñas bandas interactuando y trabajando continuamente uno al lado de otro resultaba de vital importancia comunicarse en múltiples formas. Todos los días compartían información sobre su mundo externo del palo y la zanahoria, y sobre su experiencia interna ―por ejemplo, intenciones, interés sexual, inclinación a la agresión― por medio de gestos vocalizaciones y expresiones faciales. En la misma medida en que fuimos capaces de desarrollar una manera única y compleja de comunicación como el lenguaje, también desarrollamos la cara más expresiva de todo el reino animal.
Nuestras caras tienen la increíble capacidad de mostrar un amplio abanico de emociones como expresar miedo para enviar señales de alarma, interés para implicar a otros en una oportunidad, o cariño y amabilidad para fortalecer la cercanía y la conciencia del nosotros.
Estas
expresiones aparentemente incluyen signos universales de las emociones
fundamentales
(http://www.tendencias21.net/Las-emociones-basicas-son-cuatro-y-no-seis-como-se-pensaba-hasta-ahora_a30434.html:)
alegría, sorpresa, miedo, tristeza odio y asco, así como otras con
más específico contenido cultural o personal. Por ejemplo, yo capto
a la primera esa particular mirada que cruza la cara de mi mujer
cuando ella aprecia que yo estoy un poco subido de tono.
Por supuesto, no tendría sentido el haber desarrollado tal extraordinaria habilidad de transmitir a través de la cara, sino hubiésemos desarrollado al mismo tiempo un extraordinario receptor: nuestra destacada capacidad para reconocer, sentir e inferir estados anímicos en los otros a partir de sutiles y efímeras señales en la cara de los otros.
De manera que aquí está la gran pregunta, ¿con qué frecuencia y cómo de bien nos aprovechamos de este gran receptor? Paseando por una ajetreada acera, dentro de un ascensor, o esperando el autobús, solemos evitar mirar a las caras que están a nuestro alrededor y si lo hacemos es fugazmente y sin ver realmente nada. O nos acostumbramos a mirar con naturalidad a las caras que tenemos a nuestro alrededor cada día, en casa, en el trabajo, y entonces conectamos y hacemos inferencias a partir de lo que captamos o, simplemente, vamos a sentirnos incómodos con lo que podríamos haber mirado, como odio, tristeza o una creciente indiferencia. La TV y otro tipo de aparatos también nos bombardean a diario con infinitud de caras de todo el mundo y es fácil sentirse inundado por esta saturación y de manera progresiva ir notando una especie de anestesia o falta de atención hacia los rostros de la gente.
Pero, así como de natural es este efecto, no lo es menos que vamos a pagar un precio por eso. Perdemos importante información acerca de los deseos de los otros, sus bajas pasiones, sus intenciones sinceras, ansiedad o irritabilidad hacia nosotros, y también de los buenos deseos. Dejamos pasar oportunidades para una mayor cercanía y colaboración, nos damos cuenta demasiado tarde de potenciales problemas, incluyendo malos entendidos, plumas erizadas diciendo si pero queriendo decir no, o simplemente que le aburre lo que estás contando.
Hablando de manera más general, se nos escapa la oportunidad de sentirnos conectados, y de que formamos parte de ese nosotros que se ha demostrado ser absolutamente crucial para el bienestar, el control del estrés, la regulación de las emociones negativas, y el manejo de los desafíos de la vida en nuestra larga historia en este planeta. Todavía más, cuando no tenemos nuestras antenas sintonizadas con las señales que las caras de los otros nos transmiten, no podemos corresponderles con la profunda e importante experiencia de sentirse reconocidos, vistos y entendidos, lo cual, además de no hacerles amable su experiencia, se convertirá en un boomerang con muchas posibilidades de ser doloroso para nosotros.
En un sentido más amplio, conectar con las caras de los otros a lo largo del mundo, es un importante paso para un acercamiento de toda la especie humana por medio de los lazos que nos han unido siempre como familia y amigos desde que compartimos nuestras horas en las sabanas.
Por todas estas razones intenta abrirte y captar las caras de los demás.
¿Cómo hacerlo?
Mira a la
gente que pasa a tu lado, aunque no la conozcas, en la acera, en el
supermercado, en el restaurante, etc. Inténtalo también con la
gente con la que te relacionas más habitualmente, con quienes es más
natural tener un contacto visual. También puedes recurrir a la
imaginación o a la memoria de los rostros de gente que tuvo algo que
ver con tu pasado con fotos o videos.
Cuando
mires
*
No te plantes de frente ni seas invasivo. Mira con respeto.
* Dedícale
unos segundos a pasar sobre las características superficiales-joven
o anciano, varón o hembra, enojado o sonriente, guapo o no- y presta
más atención al ser, a la persona. Déjales que absorban tu
atención como un individuo único, con cualidades particulares como
debilidades, buen humor, firmeza, restos de odio, amabilidad,
coquetería, desesperación, afanosa búsqueda de cosas que le gustan
en la vida…
*
Especialmente mira a los ojos y alrededor de la boca, que es la zona
de nuestras caras donde se concentra la máxima capacidad de expresar
y emitir señales sociales
*No te dejes
influir por lo que ya sabes acerca de la persona, especialmente con
gente que resulta muy familiar para ti. Está perfecto prestar
atención a lo que estás experimentando en ese momento, estrés,
amabilidad, decisión…,
ponte en el lugar de un niño pequeño que viese por primera vez la
cara de un ser humano, sorprendido y emocionado por su grandeza.
*Percibe la
experiencia de recibir,
de
dejar pasar, de registrar a la otra persona en un sentido más
profundo de lo habitual. Sin ir más lejos, déjate arrastrar por la
experiencia.
Cuando miras de esta manera te vas a dar cuenta de alguna dificultad que es inherente al proceso de apertura hacia los demás. Por ejemplo, puede resultarte un poco abrumador dado que la cara es un intenso estímulo para el ser humano como un ser profundamente social. O puede que esté siendo activado un sentimiento conectado con la necesidad de más cercanía. Ayúdate percibiendo los rostros en pequeñas dosis y estando centrado en ti mismo, en el ahora, mientras experimentas que esa cara está ahí.
Ábrete también a cualquier experiencia positiva como empatía, amabilidad, humildad, compasión e incluso amor, que son despertadas cuando estás percibiendo los rostros. Disfrútalas y hazlas tuyas. Son maravillosas, y una de las partes más vitales y amables de tu condición humana.
Elaborado a partir de: RICK HANDSON
JUST
ONE THING
Simple practices for resilient happines.
https://www.thefoundationsofwellbeing.com/