Caso típico que seguramente trae a la memoria alguno conocido. Niño de cuatro, cinco años, jovial, alegre y que al mismo tiempo es un ciclón insoportable en la guardería hasta el punto de que sus padres han recibido de manera directa o indirecta sugerencias de que se lo llevasen para casa. Sus cuidadores están absolutamente confusos. Por una parte están encandilados con él en los buenos momentos y por otra se sienten absolutamente desbordados e incapaces en sus episodios de descontrol conductual, y lo que más les desarma es que en esos momentos el crio ríe como si estuviese disfrutando de tocar las narices a los adultos, como si de un auténtico cínico se tratase.
Cuando después de varios episodios empezamos a tomarnos el asunto como algo que se nos escapa de las manos, y recurrimos a especialistas, nos encontramos con que analizando las cosas en profundidad y sistemáticamente, se puede atisbar que por debajo de la superficie de esa aparentemente desafiante sonrisa se escondía probablemente cierta desorientación y confusión. Un niño con alta sensibilidad y poco seguro de sí mismo que se ríe cuando se encuentra ansioso. Se trata de una respuesta automática del Sistema Nervioso Autónomo.
El niño no tiene la menor idea de que algún tipo de estímulos del entorno – debida a su hiper-reactividad a ellos, sean sonidos, colores, sensaciones táctiles…- le colocan en modo respuesta al estrés y luego a la categorización de la misma, a la vista de las reacciones que provoca en los demás, como una conducta inapropiada. Nuestro cerebro tiene entre otras misiones fundamentales, la de otorgar significado a las experiencias, como un recurso básico para orientar el modo de conducta apropiado. No entiende por qué se ha metido en un lío y se ríe. Esta respuesta provoca que los adultos presentes no solo se descoloquen sino que también se enfaden lo que cada vez hace más difícil para ellos comportarse de manera amable y empática.
Si nuestro abordaje es puramente superficial lo primero que se nos ocurre es CULPAR al niño, a los padres o a los cuidadores. Observando en profundidad apreciamos nuevos caminos para entender la conducta del niño como una reacción de adaptación a necesidades internas, con resultados directos de mayor empatía con el niño y menos atribuciones de culpa. Al entender adecuadamente la conducta del niño estamos en mejores condiciones de ayudar en su desarrollo sensorio motor y emocional, adaptándonos a lo que necesitan tanto desde el punto de vista físico como mental. Ese abordaje tanto a la superficie como a la profundidad de la conducta del niño nos aporta nuevas maneras de construir y reforzar la relación con él. Podríamos denominar a estas nuevas maneras de fijarse en las necesidades propias de cada niño algo como sintonización personalizada. Es ni más ni menos que una manera de entender lo que cada niño necesita para potenciar la responsabilidad, el afecto y la implicación. Cuando practicamos la sintonización personalizada somos más capaces de manejar la inevitable dinámica de los cambios en la receptividad de los niños, sus cambios de humor y la disponibilidad para aprender.
Los niños necesitan el apoyo de los adultos para manejar sus estados físicos y emocionales, hasta que puedan aprender a calmarse a sí mismos y desarrollen la habilidad de autoregularse Bialer&Miller(2011). https://books.google.es/books/about/No_Longer_A_Secret.html?id=pilgDQAAQBAJ&redir_esc=y.
Para crecer y desarrollarse adecuadamente es imprescindible un estado de calma, vigilante. Una relación amable, afectiva, implicada es el soporte para el mantenimiento de la atención y cuando aparece alguna dificultad bien sea en el terreno de la l atención o en el relacional, tenemos que indagar primero por qué pasa. ¿Están las razones de su comportamiento claramente relacionadas con algo visible y obvio o no parece que sean tan claras y necesitan ser exploradas entonces con mayor detenimiento y quizás con la colaboración de equipo cualificado de especialistas?
Si aprecias una especial reactividad de tu niño a los estímulos sensoriales, lo recomendable es dejarse ayudar por profesionales entrenados en procesamiento e integración de la información sensorial. Según los casos un terapeuta ocupacional, o un psicoterapeuta.
Aunque la variedad de retrasos en el desarrollo es poco menos que infinita, en la clínica diaria es habitual encontrarse con que determinadas maneras de procesar la información sensorial tienen que ver con las dificultades con que se encuentran estos niños en su autorregulación emocional y en su sociabilización.
Traducido libremente a partir de Mona Delahooke :https://www.pesi.com/blog/details/1320/sensory-processing-and-challenging-behaviors-below?ut
Los problemas de conducta son comportamientos que clasifican como problemáticos: agresividad, exceso de movilidad, mentir, actitud desafiante, desobediencia y otros más.
La forma más adecuada para resolverlos es buscar el origen del problema ya que no es lo mismo trata un problema de hiperactividad que un problema cuyo origen es emocional.